Cocina Castellano-Manchega, 101 recetas
La gastronomía de
Castilla-La Mancha
Una
comunidad formada por cinco provincias, Albacete, Ciudad Real, Cuenca,
Guadalajara y Toledo, que entre sus capitales y los pueblos de cada una de
ellas, hacen en total de más de 900 municipios.
Durante
siglos, las tierras de La Mancha han sido lugar de paso, de guerras y batallas
en tierra de nadie, pueblos donde en épocas de paz, se plagaban de ventas y
mesones para arrieros y caminantes.
A
lo largo de esos siglos, Castilla-La Mancha separaba el norte del sur.
La
Gastronomía Castellano-Manchega, con una cocina de raíces humildes, propia de
pastores y gentes del campo, tiene un origen austero a veces casi espartano.
A
pesar del paso de los siglos, la cocina popular ha cambiado poco, conservando un
modelo propio de tierras adentro, con una alimentación que identifica a
Castilla-La Mancha, manteniendo gran parte de sus productos alimenticios,
costumbres, creencias y recursos económicos. Esto da lugar a un inconmensurable
abanico de platos y guisos, que forjan los pilares de la Arquitectura
Gastronómica propia de Castilla-La Mancha, donde se distinguen claramente
influencias romanas, árabes, judías y castellanas antiguas.
Estos
pilares gastronómicos, enraizados en los mejores guisos de cada civilización,
de cada grupo de nómadas, de cada transeúnte, de viajeros que han pasado o se
han asentado en estas tierras; han creado unas viandas, que se han ido
adaptando a los productos propios del terreno y el clima, dando lugar a un
sinfín de recetas que se diversifican por los cuatro puntos cardinales de su
geografía.
A
tener en cuenta El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha de Miguel de
Cervantes, donde se nombran unas 150 comidas propias de La Mancha. El Quijote se
publicó en 1605, pero casi todas las recetas a las que hace referencia,
proceden de la Edad Media, platos que han cambiado poco desde entonces. Incluso
el archiconocido Morteruelo, cuya receta encontramos en el libro de Sent Soví
de 1324 y en el de Rupert Nola de 1520, se sigue cocinando de forma muy
parecida, a excepción de un poco de pimentón que se le añade actualmente.
Con la llegada del Siglo de Oro, la cocina Castellano Manchega, al igual que el resto de la Cocina Española se plaga de antítesis culinarias y sociales. Por un lado está la cocina de la Corte, la Nobleza y el Clero, repleta de derroches y platos opulentos presentes en los cuentos y leyendas; pero no todo eran los grandes banquetes de la burguesía. De otro lado está la cocina popular, que iba acumulando el saber y el buen hacer de los fogones de las clases sociales más altas.
A partir del siglo
XVIII, en la gastronomía de Castilla-La Mancha surgen tal variedad de guisos, que en la
mayoría de las ocasiones oscila de la opulencia a la penuria, del mar a la
montaña, de la nobleza a la plebeyez, de un reino a otro y de cualquier religión
al ateísmo. Un cúmulo de mezcolanzas y adaptación de culturas y costumbres
reflejadas en esa cocina.
Son nuestras antecesoras, las madres y abuelas,
quienes en la mayoría de las ocasiones nos han ido transmitiendo este legado
gastronómico de suculentos guisos, comidas opíparas cargadas de “alimento”, que
suelen precisar de una prolongada siesta de pijama, padrenuestro y orinal.
Otros guisos más humildes, platos de poco fuste, tan solo hacen la función de
llenar la panza.
En parte, este recetario de cocina viene a ser un
homenaje a esas maestras de fogones, que han sabido nutrir y alimentar a sus
familias, a veces con unas despensas deprimidas, y hasta de miserias en épocas
de penurias; pues lo fácil es cocinar en periodos de bonanza. Ellas nos han
dejado estas viandas para que disfrutemos de suculentos platos, y no olvidemos
nuestras raíces gastronómicas.
En
cuanto al maridaje, la Comunidad de Castilla-La Mancha dispone de unas 600.000
hectáreas de viñedo, dando lugar al mayor viñedo del mundo; “un mar de vinos”.
Se
tiene constancia documentada de la elaboración de vinos muy valorados en el
siglo XII; vinos con los que se abastece a la Corte. También existen estudios
de restos arqueológicos, donde se data la existencia del vino en época de los romanos,
en diversas zonas de Castilla-La Mancha.
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