“De la mar el mero y de la tierra el
carnero”.
Se tienen referencias escritas del
consumo del cordero en la península, desde 5000 años A.C.
Una de las carnes mejor valoradas en
toda la geografía por todas las civilizaciones, siendo aceptada dentro de todas
las culturas, especialmente por musulmanes y judíos.
“Ajo en el cordero es
pecado, tanto en el guisado como en el asado”
Vamos a fogones:
Ingredientes para 4 comensales:
Cuatro
paletillas de cordero lechal.
Manteca de
cerdo o aceite de oliva virgen.
Sal y
pimienta molida al gusto.
Un ramillete
de tomillo.
Un ramillete
de romero.
Un limón.
Un vaso de
agua.
En
primer lugar, salpimentamos la carne y la engrasamos con aceite de oliva o manteca
de cerdo, para que no quede reseca.
Ponemos
a calentar la cazuela de asado tipo “tostón”, (con tiras a modo de costillas en
el fondo de la cazuela), así evitaremos que la carne esté en contacto con el
agua.
Agregamos
en la cazuela un vaso de agua con el zumo de un limón, las hierbas y la piel
del limón.
Iniciamos
el asado durante la primera media hora con el horno a 220º para sellar las
carnes, de este modo conservarán mejor sus jugos.
Iremos
bajando la temperatura hasta mantenerla a 170º.
Durante
el resto del asado, iremos volteando y regando la carne, con los jugos y
líquidos del fondo de la cazuela.
Una
guarnición clásica de la época, consistía en asar cebollas en bandejas aparte,
y servirlas trinchadas con los jugos reducidos del fondo de la bandeja del
asado de la carne.
En esta ocasión, el asado se ha realizado en horno
tradicional de leña, utilizando madera de roble.
Se ha iniciado el asado a 220 grados, sin rescoldo y con los
tiros abiertos para que baje la temperatura gradualmente.
El asado ha durado 2 horas.
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