La caza ha quitado mucha hambre en este país,
especialmente la caza furtiva, pues las proteínas animales no eran un bien al
alcance de los bolsillos más flojos, esto obligaba a la gente a echarse al
monte en busca de algo que llevarse a la boca, por lo general propiedad del
“señor” de las tierras; dueño de todo lo que se menea y lo que no se menea
dentro de sus dominios.
En plena Edad Media, el gusto por lo ácido era algo
habitual.
Por lo general las carnes procedentes de caza, son
más ácidas que las de origen doméstico. Esto nos lleva en la actualidad a
equilibrar los guisos con algún tipo de azúcar o fruta.
En este caso se ha resulto con la granada.
Vamos a fogones:
Ingredientes para 4 comensales:
1 kilo de
lomo de corzo.
2 cebollas,
250 g.
1 puerro.
Una granada
grande, 500 g.
70 g de
nueces.
15 g de
jengibre.
Media
cucharadita de canela.
2 ramitas de
tomillo.
Una
cucharada de harina, 20 g.
2 cucharadas
de miel.
12 granos de
pimienta negra.
100 ml de
aceite de oliva.
200 ml de
vino tinto.
25 ml de
vinagre.
Sal al
gusto.
Para la
guarnición:
4 cebolletas
tiernas y 4 zanahorias.
Salpimentamos,
freímos y reservamos la carne cortada a tacos de 4 o 5 centímetros.
En el aceite
restante, pochamos la cebolla y la parte blanca del puerro, hasta caramelizar.
Añadimos la
granada desgranada, el vino, la miel, el jengibre, la canela, pimienta, las
nueces mondadas, harina y el tomillo.
Dejamos
cocinar a fuego lento 15 minutos.
Agregamos medio
litro de agua, cocinamos otros 15 minutos, trituramos y colamos la salsa.
Incorporamos
la carne, cubrimos sobradamente de agua y mantenemos la cocción a fuego lento
hasta que la carne quede tierna. Eso supone al menos una hora.
Cuando
falten 20 minutos para apartar la olla, ponemos el vinagre, las cebolletas y
zanahorias.
Damos el
punto de sal y pimienta.
La salsa
debe de quedar de una densidad algo más fluida que la leche condensada.
Serviremos
con nueces troceadas y granos de granada.
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